Vanguardias, intuición y Thomas Hirschhorn. (originalmente escrito en castellano)



La estética actual es el reflejo, hoy igual que ayer, de la sociedad en todas sus facetas. Es el reflejo de actitudes, tendencias, cánones o sistemas de pensamiento y de una determinada técnica teórica.
En mi opinión la práctica artística y la crítica han devenido en este último siglo un cuerpo compacto que ha actuado como esponja y catalizador a la vez, influyendo en otros campos y contribuyendo a la transformación constante.

En un sentido abstracto, la deconstrucción implica transformación. Así lo concibió el cubismo después de todo aquel proceso iniciado a principios del siglo XX, inscrito en ese mar de “ismos” hoy conocido como “las vanguardias”.
La obra de arte se configuraba como el resultado/conclusión de un proceso. En el caso del cubismo, curiosamente, la deconstrucción formal esbozaba una conclusión objetual, la deconstrucción devenía construcción.
De alguna manera, en todo proceso creativo siempre ha imperado una máxima academizante: la síntesis. La conclusión siempre es el resultado de un proceso de tanteos con voluntad de resumir, de despejar o de higienizar lo residual para vislumbrar aquello que ha de entenderse como propuesta estética.
El referente es la casilla de salida. Tiene que haber una voluntad, una intención, o una necesidad no exclusivamente racional de alcanzarlo o transformarlo. La sensaciones del artista, los estímulos, o aquello que se conoce como “intenciones”, se sitúan en distintos niveles del proceso creativo. La consciencia, el grado de consciencia, es algo que el artista adquiere con el tiempo con el dominio de una técnica o lenguaje. Ya sea mental o físico.

Pero existe aquí algo que resulta paradójico: el dominio total de dicha técnica puede convertir la obra del artista en un lenguaje previsible, así pues, el interés artístico de una obra no reside tanto en el nivel de control técnico adquirido sino más bien en el equilibrio/simbiosis entre lo expresado y la factura del medio con que se materializa o se hace visible.

Con esto se establece un vínculo entre aquellos artistas que pertenecieron al periodo de las vanguardias y los artistas actuales.

En un sentido contextual los artistas contemporáneos no actúan bajo los mismos influjos que los artistas modernos o postmodernos. Podríamos identificar, incluso, desde una perspectiva muy limitada, diferencias notables entre grupos de creadores actuales y creadores postmodernos, pero los componentes que inducen al individuo a sumergirse en este mundo de pulsiones y de sensaciones puramente mentales no varia. La naturaleza del artista siempre conserva la misma idiosincrasia.

1 comentari:

  1. "...los componentes que inducen al individuo a sumergirse en este mundo de pulsiones y de sensaciones puramente mentales no varia."
    UFFFF, que no decaiga este blog!! et seguisc per ací..

    ResponElimina